27 de abril de 2011

Me has enseñado tú...

Todos los que me conocéis os lleváis de mí una mala primera impresión, y no me extraña. Yo misma lo reconozco, llego a ser repugnante... pero no puedo evitarlo, soy así (no digo que esté bien o esté mal, simplemente pues está)

Me has enseñado tú... las malas contestaciones, las verdades tan directas que duelen, el poco tacto al hablar. La cara de indiferencia cuando algo no me interesa, las respuestas tajantes cuando no tengo ganas de contestar.

La cara de asco cuando no me gusta lo que escucho, las malas palabras como medio de comunicación; a darme media vuelta y dar la espalda cuando no estoy conforme, a irme de un sitio sin dar tiempo a que me repliquen. Los portazos que sentencian como si de un juicio se tratara.

Y a veces me pesa... Me pesa mucho ser así; ya no solo por lo que opina la gente porque eso, como a ti, me da igual. Me pesa porque a veces me transformo en quien no quiero ser, en esa persona antipática, seria, desinteresada por no decir pasota. Que todo me da igual, que no me importa tu vida. Díselo a la mano.

Me has enseñado tú... tantas cosas que no puedo agradecértelas porque, además, no son de agradecer... Confórmate con que ponga en práctica el ejemplo con el que predicas. Pero, por favor, no te quejes. Soy el resultado de todo lo que he vivido.

 

Me has enseñado tú... tú has sido mi maestro para hacer sufrir. 
Si alguna vez fui mala, lo aprendí de ti. 
No digas que no entiendes cómo puedo ser así. 
Si te estoy haciendo daño... lo aprendí de ti.

23 de abril de 2011

Sin rosas en Sant Jordi

Nunca voy a olvidar el primer Sant Jordi que pasamos juntos. O separados. Separados pero unidos.


Recuerdo que esa noche alguien nos despertó para decirnos que quería descansar.


No hubo una rosa, no, pero hubo flores, y todas fueron para ella. 


Para ella, que desde entonces solo descansa y vela por ti, que te cuida y te ilumina.

¿Y sabes qué? No me importa que no me regales rosas, porque día a día me regalas tu sonrisa. Pero un año sin la suya es mucho tiempo.

Y aunque tú no puedas verla, sabes que ella te vigila. Ya te lo dije una vez, pero hoy te lo repito: que la próxima vez que vayamos a ver las estrellas, ella también nos estará mirando... y nos guiñará un ojo.


Y sí, puede que hoy tus lágrimas se confundan con esta lluvia a la que no estás acostumbrado. Pero creo que es su forma de limpiarte las mejillas, y darte un beso en cada una.


Un Sant Jordi sin rosa ni Rosalina no es un Sant Jordi... es un día como otro cualquiera, que yo pienso aprovechar para hacer aquello que tanto me gusta: quererte.



Quérote, Charlie.
Bota un pouquiño máis, e chora...





21 de abril de 2011

(Sin título)

Esto es algo que escribí una vez... Está en gallego, pero creo que lo entenderéis perfectamente. De todas formas os pongo debajo la traducción:

Ti mo preguntaches a mi, e eu non tiña resposta.
Eu cho preguntei a ti, e non dixeches nada.
E xa ninguén preguntou.
E xa ninguén falou.
E xa non tíñamos nada que dicir, nin preguntar nin responder.
E tampouco facía falta. Porque eu o sabía. Eu sabía, corazón, que todo o que ti querías era chorar... chorar e desaparecer.

Tú me lo preguntaste a mí, y yo no tenía respuesta.
Yo te lo pregunté a ti, y no dijiste nada.
Y ya nadie preguntó.
Y ya nadie habló.
Y ya no teníamos nada que decir, ni preguntar ni responder.
Y tampoco hacía falta. Porque yo lo sabía. Yo sabía, corazón, que todo lo que tú querías era llorar... llorar y desaparecer.

Y es que a veces solo necesitamos llorar, quizá si motivos concretos, quizá sin causa aparente... simplemente porque al corazón se le antoja descargar emociones que ya no puede almacenar dentro.

¡Nos volveremos a ver!

18 de abril de 2011

Consejos a mí misma.

No te levantes cuando el despertador te lo diga, levántate cuando hayas dormido lo suficiente. Deja de lado las prisas, quédate dos minutos más en la ducha y tómate el tiempo de untar mantequilla en el pan; endulza la mañana con un capricho de chocolate. 

Maquíllate si lo necesitas, disimula o intenta borrar tus ojeras, sólo la gente que realmente te conoce sabrá adivinar si en verdad tienes mala cara, sabrán ver en tus ojos el verdadero reflejo de tu alma.

Ve a la biblioteca pero no necesariamente a estudiar; hay un montón de libros allí, ábrelos, huélelos, lee párrafos al azar; no tienes porqué estar 4 horas seguidas delante de tus apuntes y tus lecciones. Descansa, tómate un café con una buena amiga.

Come en la mejor compañía que puedas encontrar, y alarga la bienvenida que te dé tu mascota.

Disfruta de la tarde junto a  tus compañeros, reiros de los profesores y alegraros de vuestras notas, son la recompensa de tu esfuerzo durante tantas semanas.

Y por la noche, después de cenar, túmbate en el sofá, mira la tele, lee o escucha música... o escribe todo aquello que quieras, al menos para no almacenar cosas que ya no caben dentro de ti.

Vete a la cama sin esperar la llamada de nadie, vete a dormir cuando te apetezca, cuando necesites volver a soñar. Tápate hasta la cabeza y estarás dentro de tu burbuja, cierra los ojos, piensa en las personas que han hecho que tu día sea especial. 

Comparte tu tiempo con la gente que día a día te rodea, tus colegas, tus amigos, tu familia... al fin y al cabo, son los que realmente harán hasta lo imposible para verte feliz. Da las gracias por los amigos que tienes, por los abrazos, por las alegrías, por los mimos, por los ánimos, por todo lo que te dan y lo que compartís.

Y nunca, nunca pierdas la sonrisa ni la ilusión por lo que haces. 


Perdonar los tintes de tristeza, de melancolía, de bajón... una mala racha la tiene cualquiera.

¡Hasta la próxima!

16 de abril de 2011

El sabor de la vida.

"La vida es algo que hay que morder, y en cada boca tiene un sabor". ¿A qué sabe tu vida? Anoche me iba a la cama y escuché esa canción (Acabo de llegar, de Fito y los Fitipaldis), y lo pensé. ¿A qué sabe mi vida? Pronto encontré un sabor que me gusta. Creo que mi vida sabe a caramelo.

Me gusta que mi vida sepa a caramelo... porque a veces es dura, pero a veces me derrito. Porque es algo que hay que saborear poquito a poco. Y sí, a veces cuesta pegarle un bocado, tanto a la vida como al caramelo, pero con paciencia hay cosas que acaban desapareciendo.

Me gusta que mi vida sepa a caramelo porque hay muchas variedades... el propio sabor a caramelo, a veces un poco amargo aunque siempre digamos que es un dulce; los caramelos de fruta, que aportan algo de frescura y un sabor diferente en cada momento; los caramelos de menta y/o eucalipto... con su frescura y su picor... tal como la vida misma, que tan pronto te hace picar, te escuece, incluso se te llenan los ojos de lágrimas.. pero al final te da un golpe de aire fresco... Incluso los hay que son muy ácidos.

A veces son duros, pero sabemos que dentro tienen un corazón dulce y suave, que cubren con una coraza.

Cuántos sabores, cuántos puntos de vista... Me gusta que mi vida sepa a caramelo, porque me gusta en todas sus variedades, en todas sus sensaciones, y porque me gusta la palabra en sí.



¿A qué creéis que sabe vuestra vida?

¡Hasta la próxima!

¡Hola!

Hola a todos y bienvenidos a mi nuevo blog... Sí, sí, parece que le estoy cogiendo el gustillo a esto de que la gente me lea (si es que alguien lo hace...)


Después de haber comenzado a escribir mi otro blog (http://loqeleo.blogspot.com) en el que publico fragmentos de libros que me gustan, he decidido crear este para publicar lo poco que escribo yo, para no andar mezclando las cosas en LO.QUE.LEO (no vaya a ser que alguien me confunda con algún escritor famoso y renombrado, jajaja). Así que traspasaré aquí las cosas propias que tenía en el otro, y así queda todo más ordenado: aquí lo mío y en aquel lo ajeno :)


Espero que este también os guste. Siempre seréis bienvenidos :) ¡Besitos!